Florián Falomir y Gabriel Allon se han convertido en los últimos años en mis sorprendentes y apasionantes compañeros de viaje. También lo van a ser la semana que viene, en esta ocasión por los libros que me he comprado protagonizados por ambos: La baraja de plata (Editorial Alrevés) y Retrato de una desconocida (Harper Collins). Sigo con entusiasmo a los dos personajes y obviamente a los autores que les dan vida, el pontevedrés- español Juan Bolea y el estadounidense Daniel Silva.

Bolea es un escritor al que admiro, una personalidad arrolladora y un creador original y entusiasta. En 2018 le otorgaron con todo el merecimiento el Premio de las Letras Aragonesas y antes habría merecido uno muy especial por su etapa de concejal de Cultura, que ha quedado en la memoria de los zaragozanos. Como independiente, sin ataduras, revolucionó el mundo de los conciertos llevando a la capital maña cantantes como Michael Jackson, David Bowie, Bruce Springsteen o Bon Dylan. ¿Quién más lo ha hecho? Nadie.

Me quedé fascinado con su literatura hace unos años, cuando dio vida a un antiguo espía reconvertido en detective privado en Galicia. Solo a Bolea se le podía ocurrir bautizarlo como Florián Falomir y dotarlo de una personalidad tan divertida y sorprendente. Es verdad que el escritor maneja con soltura el arte de llevar al lector por el delgado camino de sospechar de todos los personajes que aparecen en escena. Y, al mismo tiempo, te sientes atraído por las historias de esos actores secundarios que, te gusten o no, jamás de tejan indiferentes.

Sé que en el libro que me dispongo a leer, el vital e irónico detective deja Zaragoza para viajar a Cádiz, donde correrá sorprendentes aventuras en la tierra que vio nacer a su creador, Juan Bolea. Con Florián me pasa lo mismo que con Hércules Poirot: sé que las máquinas de escribir que les dan vida no me permitirán dejar de disfrutar ni un solo minuto.

Allon, el exdirector del Mosad

Daniel Silva es un autor estadounidense no demasiado conocido en España, a pesar de ser un súper ventas en Estados Unidos. Su personaje Gabriel Allon tiene un temperamento arrollador, mezcla de cualidades bastante contrapuestas: es uno de los mejores en el mundo en dos oficios, el de restaurador de cuadros y el de asesino.

Esta serie trata de las aventuras de uno de los mejores agentes del servicio secreto israelí, envuelto en una tapadera fantástica, que se mueve por todo el mundo, especialmente Europa, enfrentándose a malos reales que intentan hacer daño a su país o al orden mundial.